Y que ¡bienvenido a
En la mañana nos levantamos temprano a desayunar con los demás turistas (eran obviamente del interior - no se notaba ningún extranjero) y sus señoras o sus jóvenes y voluptuosas mozas todas llenas de joyas, todas ellas uniformadas de vestidos de marca y con el mismo logo del tigrito y todas ellas uniformadas también con sus protuberantes y exageradas tetas postizas de las que, con obvio orgullo, hacían gala: una escena para una pelicula de Woody Allen.
El siguiente día sería una muestra de cosas por venir.
Durante nuestra estadía en esta ciudad, Gema del Caribe, vivimos acorralados y acosados las 24 horas del día de basura, de mugre, y fétidos olores. Pero, peor aún, acorralados y acosados por un increible enjambre de imprudentes, agresivos y persistentes vendedores ambulantes, limosneros y mendigos, que te cierran el paso, te siguen, te persiguen, te tocan, te jalan, te exigen. Un puto avispero ofuscador y amenazante.
Al anochecer
La entrada a los barrios y comunas de las colinas la marcaba una triste iglesia con un letrero rojo en la pared “Oración y Milagros Los Domingos”
Había sido un día feriado y a lo largo
Las abarrotadas viviendas consisten en colmenas de minúsculos y rectangulares recintos incrustados en las colinas y todas tienen rejas de hierro alrededor de la casa, en las puertas y en las ventanas. En todas partes, las delapidadas y mugrientas casuchas ofrecen servicio de fotocopias y llamadas por celular a 200 pesos. Desde la buseta podíamos ver perfectamente el interior de todos aquellos paupérrimos y pestilentes lugares, iluminados por íngrimos y lánguidos bombillos, la gente semi desnuda para combatir el calor, y en una que otra casa se notaban pequeños televisores, pero en todas habían las mismas sillas blancas de plástico barato.
El recorrido
Cruzamos al frente de una minúscula iglesia, muy coordinada de blanco y rosado: nunca falta en los barrios pobres: el epicentro de los melosos e inefectivos paliativos de los cristianos. Un Dios Una Iglesia Un Bautizo. – Se me ocurría… sería bueno entrar y enterarme a qué Dios cruel, insensitivo y miserable le reza esta gente. Imposible que sea el mismo Dios de los ricos y los turistas de Cartagena.
¡Coño! ¿Cómo pueden seres humanos sobrevivir así? -
Admirados observabamos todo alrededor. Las mini cantinas atiborradas de negros embriagados, sudorosos y brillantes. Todos sin camizas, todos sin zapatos desplegando enormes pies de callos y uñas petrificadas. Gente apeñuscada en medio de estruendosa música, ritmo de tambores y gritería alrededor de fritangas mugrosas y grasientas al borde
¡Que pesar, que rabia, que impotencia!
La pobreza, el caos y la indigencia más hijueputas y más verracacas y desoladoras que pueda uno imaginarse en la vida.
Creaturas humanas a la deriva y evidentemente abandonadas por Dios. De este hueco negro no hay escape, pensé. ¡Cruel maldición pesa sobre esta gente!
A todas estas nos informa el fogonero ayudante
Mire, -me dice el fogonero - ahí viene una. Bájense, yo me quedo aquí mirándolos hasta que se suban.
La buseta venía repleta de negros, algunos muy borrachos. Todos los ojos se fijaron en nosotros. Nos subimos tranquilos – algo cavilosos, eso sí, pero tranquilos dentro lo que cabía. Yo ya tenía un plan (pendejo, pero plan) de emergencia. Si nos tocaba quedarnos por allí, correría a hablar con alguien de esas casas con buena reja y pedirle que nos dejara quedar allí adentro, sentados sin molestar a nadie, 5 ó 6 horas hasta que amaneciera, que yo le pagaría bien.
Me aterraba la idea pasar la noche en esa dantesca barriada de zombis con sus bocas eruptas de babaza blanca, ingestos de alcohol, de coca, de drogas. ¡Que hp peligro! Pero en fin: el mismo espectáculo las dos horas de bajada a la ciudad, parados y agarrados de las grasientas varillas de la tambaleante buseta.
Llegamos por fin a los límites de la comuna: estabamos vivos y en el terreno sagrado de la Iglesia de “Oración y Milagros Los Domingos”.
Esta gente, - pensé - posiblemente viene aquí los domingos a buscar a Dios ¡pero para mentarle la madre!
***Correo: gotocss@comcast.net
Después de mi regreso hice lo que debía haber hecho antes de partir para allá: una búsqueda en Google y en YouTube acerca de
Si tiene internet rápido aqui está el reportaje de la Gema del Caribe (click)
¿Dónde jodidos me fuí a meter yo, arrastrando a Roge conmigo?
En ese estúpido paseo nocturno literalmente arriesgamos la vida.
Torices, Carrera 14 #43-132 Telefax: 6665659 Cartagena de Indias, Colombia, Sur América |
llame a Nieve Jiménez de la Fundación Amanecer
Tel: 57-5-6665659
SALVE A UN COLOMBIANO. ¡UNO QUE SEA!
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Hermosa vegetacion en Cartagena
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