Feb 13, 2008. Q.D.

LLevo mucho tiempo sin escribir porque andaba encaramado por allá en planes grandes de reformar my blog, de hacerlo majestuso y genial… y un día de éstos empiezo…

Por lo pronto olvido lo de majestuoso y genial y mis planes grandes por supuesto. Lo pensado de siempre fué escribir güevonadas y he decidido no desviarme. Güevonadas pa’compartir con la docena de amigos que me quedan en la vida. Y es más: se me hace que una docena es mucho.

Por lo pronto, de las cosas más trascendentales de mi vida es haber por fin llegado a la conclusión de que no soy creyente en dios. Por lo menos, creyente en el dios como lo pintan o con las cualidades que le atribuyen los maestros del proselitismo cristiano.

Y déjenme decirles: no es fácil de repente encontrarse con que “no hay nadie a quien pedirle” – que esas peticiones nunca han dado resultado y que nunca los darán – si no, pregúntele a los 250 mil muertos del sunami. La madre si no andaban todos encomendándose a su cristo regional. No, no hay pruebas de esos seres mágicos y voladores descritos en los piadosos libros religiosos. Mi larga vida misma me ha convencido que no hay ritos ni oraciones ni camándulas capaces de chantajear a los dioses.

Que todas estas creencias son remanentes de mitos y miedos pre-históricos.

Acaban de corraborrar esas ideas mías dos libros: The God Delusion and God Is Not Great. He oído grabaciones de los dos autores y my conclusión es simple: ¡esta gente tiene más razón qu’el putas!

Me parece más razonable el Budhismo – nada que ver con la presencia de esos seres extraterrestres de los cristianos o los musulmanes. LLevo tiempo ya practicando Vipassana – una forma de meditación Budhista. “Su dios lo lleva por dentro” Leyes infleccibles que se cumplen implacablemente independiente de ritos, melosas oraciones o piadosas invocaciones “al de allá arriba”.

Aunque desde niño he tenido la certeza de que entre el cuento de Caperucita Roja y Lobo Feroz y los melodramas de la supertición religiosa, no hay ninguna diferencia. Fe irracional avivada por la necesidad de creer que el mundo gira alrededor del hombre. Que somos el centro de un plan grandioso. Exacto como cuando la tierra era el centro del universo. ¡Que pinche falta de humildad!

Por fín me decidí a instalar Linux en uno de los computadores de la oficina. Por muchos años trabajé con Unix hasta que llegó Windows y arrazó con todo. Pero no hay como Unix. Por años fuí el administrador de Systemas de Ingeniería del Metro de Chicago. Todo bien hasta que llegó Windows. Empezaron los desastres, los virus, “the blue screen of death”, los congelamientos de los computadores, et cétera.

La cosa es que Linux no es Unix. Ahí medio se parecen. Pero es gratis, hay toda clase de software para Linux hoy por hoy, y trabaja perfecto con OpenOffice, el mellizo (gratuito) de MS Office. Por lo pronto es parte del network y es el “firewall” to the internet a la vez que la mejor estación para navegar la red, usando Firefox y no MS Explorer.

Estamos atravezando el peor invierno en muchos años. No recuerdo tanta nieve, tanto hielo, tanto frío, tantos días tan nublados. La avioneta, congelada en el aeropuerto. No pude o no tuve tiempo de meterla al hangar durante los meses críticos de diciembre, enero y febrero. Quién sabe que efectoe tendrá tener ese aparato congelado allí tres meses sin ninguna actividad.

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