
Además la avioneta llevaba 4 años desarmada y sin volar y mucho menos sería yo el piloto de prueba. Montreal Burlington son 40 minutos de vuelo. Para mí, si el Socata llegaba bien a Burlington, ese sería su vuelo de prueba.
LLegué pasada la 1 de la tarde a Burlington y allí me encontré con mi amigo Pablo, que ya había llegado desde las 10 de la mañana y había tenido tiempo para leer el manual de vuelo del Socata. Pablo es piloto de American Airlines, y con él haría yo el viaje a Chicago.
Dos horas más tarde estabamos en el aire, con plan de vuelos por instrumentos, atravesando una zona montañosa de altura máxima de 7 mil pies. La faja montañosa de nuestro recorrido era de 90 millas más o menos. La altura asignada fue de 8 mil pies, linea directa de Burlington-VOR-VOR. El ascenso sería de poco más de 30 minutos.
Todo iba bien, aunque yo algo ansioso por el hecho de que el tiempo se estaba deteriorando, y andabamos entre la neblina y las nubes rumbo a los 8 mil pies. A ratos podíamos divisar el suelo abajo. Sólo arboles y montañas. Ni un caserío ni un aeropuerto en caso de emergencias.
Comunicamos al centro de control haber alcanzado los 8 mil pies cuando a los pocos minutos falla el sistema de vacío del avión y nos mata el instrumento más importante para volar por instrumentos: el giroscopio del horizonte artificial. También dejo de trabajar el giroscopio direccional. Volabamos sobre las nubes atravesando parches de neblina. Del suelo, ¡nada! – No había opción que no fuera atravesar la montaña volando con instrumentos parciales, ayudándonos por los dos GPS's con los que siempre, religiosamente vuelo yo. Pa'estos momentos yo andaba muy acelerado. Pensé en los míos. Esto no está bueno. – Tranquilo, me dice Pablo – yo ya he pasado por esto varias veces. – Eso sí, la consigna fué: no meternos dentro de una nube, ¡ni por el putas! – a desviarnos, a subirnos a bajarnos y en caso necesario declarar una emergencia con el centro de control, para mantener nuestra flexibilidad de rumbo.
Los minutos, las millas transcurrieron con velocidad larval. – la adrenalina alborotada, la ansiedad al 100%. Por lo menos yo. Pablo apenas se mordía una uña pero no hizo ningún comentario desesperado. Yo ya había volado con Pablo varias veces en la cabina de los aviones que volaba por la noche antes de su trabajo con American Airlines. Yo siempre lo ví dominar la situación. Yo respiraba profundo: tenemos que mantener la calma los dos. Pablo ya completamente en los controles y yo manejando el radio y los GPS's. Pensaba frecuentemente en los míos allá tan tranquilos en Chicago. La madre, pues, si esto termina aquí. – Yo siempre he tenido suerte. Esta vez será igual. – Eso sí, ¡Voy a vender este pinche avión cuando llegue a Chicago! Yo ya estoy muy viejo pa'estas pendejadas.
A la cuarta vez de solicitar diferente altura al centro de control, por fín nos dejaron descender a 5 mil pies. No fué mucha la mejora pero ya a ratos se podía ver el suelo.
El contador de millas del GPS anunciaba ya la proximidad al primer VOR, muchas menos nubes y entre la neblina ya se alcanzaba a divisar el suelo con más frecuencia. Pronto oscurecería y las luces de las esporádicas fincas o torres eléctricas, serían de gran ayuda como referencia al terreno allá abajo.
Pasado ya lo más grave de la situación, pedimos el reporte del tiempo: neblina más que todo. Decidimos volar por lo menos otras dos horas mientras hubiera visibilidad del suelo. La parada estaba programada para Jamestown, New York, a 3 horas y media de Burlington, primer tramo del recorrido.
Aterrizamos en Jamestown, pasamos el susto, pedimos el reporte del tiempo, llenamos otro plan de vuelo IFR (instrumentos) hasta Indiana. Por mal tiempo y porque nos estaban enrutando por encima del lago, enmendamos el plan con el centro de control a las dos horas de estar volando y aterrizamos en Toledo Ohio. Eran las 9 de la noche. – A buscar hotel, a comer y a dormir. A ver qué pasa mañana.
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El sábado esperamos hasta la una de la tarde. Mucha neblina en Toledo, algo de lluvia en Indiana, y el tiempo nublado en Chicago. Pablo quería seguir IFR. - ¿Así sin el giroscopio del horizonte artificial? No Pablito: ¡no más IFR! Dejemos ese avión aquí. Vámonos pa'Chicago en carro. Consultamos en el aeropuerto de Toledo, había vuelo a Chicago. Salímos a las 2:44 pm y exactamente 59 minutos después estabamos en el O'hare.
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¿Y cómo le fué? me preguntan Roge y Ursula. - ¡P'os ahí! Todo más o menos. Y ¿dónde está DelVecchio? ¿por qué no vino? Los quería ver a los tres.
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1 comment:
Hola guillo aqui juan david desde colombia escribiendote para saludarte y decirte que eres un verraco un duro aguantar todos esos nervios en ese avion pensando de mil fomras que te llego el momento pero no eso es tener cojones para agunatar eso, guillo mi padre me mostro esto y me parecio rico escribirte un mensaje ya que hace ratico no nos vemos ypues decirte que mi vacaciones en chicago fueron las mejore eres un bacan te quiro mucho guillo aspiro volver a aya porque se siente cmo estar aca osea en casa guillo dile a ursula ya delvecchio que los quiero mucho los extraño a roge que tambn la quiero mucho y que la extraño tambn guillo espero verlos muy pronto
att: juan david arango
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